Roberto Bolaño: ¿Cómo reconocer una obra de arte?

"La Ruche", artists' village.  FRANCE. Paris. Montmartre. 1959.

Sergio Larrain: «La Ruche», artists’ village.
Paris. Montmartre. 1959.

¿Cómo reconocer una obra de arte? ¿Cómo separarla, aunque sólo sea un momento, de su aparato crítico, de sus exégetas, de sus incansables plagiarios, de sus ninguneadores, de su final destino de soledad? Es fácil. Hay que traducirla. Que el traductor no sea una lumbrera. Hay que arrancarle páginas al azar. Hay que dejarla tirada en un desván. Si después de todo esto aparece un joven y la lee, y tras leerla la hace suya, y le es fiel (o infiel, qué más da) y la reinterpreta y la acompaña en su viaje a los límites y ambos se enriquecen y el joven añade un gramo de valor a su valor natural, estamos ante algo, una máquina o un libro, capaz de hablar a todos los seres humanos: no un campo labrado sino una montaña, no la imagen del bosque oscuro sino el bosque oscuro, no una bandada de pájaros sino el Ruiseñor.

Roberto Bolaño, La traducción es un yunque. Entre paréntesis, citado en la exposición Archivo Bolaño (Casa del Lector, Matadero Madrid).

Esta entrada fue publicada el abril 6, 2015 a las 7:30 am. Se guardó como Ensayo, Lecturas y etiquetado como , , , . Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

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