«¿Y a qué llama usted fotografía directa?, podrán preguntarme. ¿Puede usted definirla?». Bien, eso es bastante fácil. Confiad en vuestra cámara, en vuestro ojo, en vuestro buen gusto, en vuestro conocimiento de la composición; considerad toda fluctuación de color, de luz y de sombra; estudiad líneas y valores y división del espacio; esperad pacientemente hasta que la escena o el objeto de vuestra visión se revele en su momento supremo de belleza; en otras palabras, componed tan bien la imagen que queréis hacer, que el negativo sea absolutamente perfecto y necesita poca o ninguna manipulación. no pongo objeción al retoque, a la artimaña o al énfasis, mientras no interfieran con las cualidades naturales de la técnica fotográfica. Por otro lado, las marcas de pincel o las rayas no son naturales a la fotografía, y objeto , y habré de objetar, el uso del pincel, las huellas de dedos, el raspado, el rayado o el garabato en la placa, el proceso de la goma y de la glicerina, si todo ello sólo es utilizado para producir efectos borrosos.
No se interpreten mal mis palabras. No quiero que el trabajador fotográfico se ajuste a métodos de receta ni a exigencias académicas. No quiero que sea menos artístico de lo que es hoy; por el contrario: quiero que sea más artístico, pero que lo sea sólo de maneras legítimas… Quiero que la fotografía pictorialista sea reconocida como una de las Bellas Artes. Es un ideal que acaricio… y por el que he combatido durante años, pero estoy igualmente convencido de que eso sólo se logrará mediante la fotografía directa.
Sadakichi Hartmann, uno de los primeros críticos de arte que escribió sobre fotografía, en 1904, citado por Beaumont Newhall en Historia de la fotografía (Editorial Gustavo Gili)
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