Cuando hablamos de tendencias, hablamos de cambios, de cambios en el estilo de aquí a allá, y de allá a aquí nuevamente. Las tendencias son periféricas, y sin embargo nos podemos perder si nuestra preocupación por ellas es ciega. Hay otra cosa que es central en los cambios, si tenemos que darle un nombre a esta centralidad, y creo que debemos. El nombre es «espíritu». Cada moda, cada tendencia, cada estilo puede funcionar como una puerta de entrada a la significación central de la experiencia estética, si el individuo persiste. Esto es, a pesar de que sigamos tendencias o de que nos subamos al carro de los arribistas, siempre podemos salir y encaminarnos hacia la significación eterna, hacia el espíritu. En el mejor de los casos, los estilos, las tendencias y las modas son sólo el ropaje de la raison d’être de cualquier arte. En el peor de los casos, modas, estilos y tendencias funcionan como trampas para el incauto.
Minor White: Equivalencia, tendencia perpetua (1963), citado por Joan Fontcuberta en Estética fotográfica (Editorial Gustavo Gili)