Tsugaru es el nombre de una península en Aomori -norte de Japón- y también el nombre de un proyecto compartido: los poemas de Kyozo Takagi, la narración de Yojiro Ishizaka y las fotografías de Ichiro Kojima componen una obra que pretende retratar el espíritu de una tierra en transformación, un espacio rural herido de muerte por la homogeneización urbana que impulsaba al país nipón al nivel de potencia mundial, pocos años después de resurgir de sus propias cenizas.
El frío de las fotografías de Kojima no es sólo el frío del invierno. Es el manto del tiempo que cae sobre una tierra en la que no hay habitantes, sino supervivientes. Kojima nos golpea con la dureza de un invierno en el que el único remedio es la huida.

De-no-Sato, Kizukuri, Tsugaru, 1960

Near Inagaki, Tsugaru, 1960.

Kizukuri, Tsugaru, 1958
Desde esta última imagen saltamos cien años atrás y nos encontramos con el cuadro Las Espigadoras, pintado por Jean François Millet en 1857:

Las espigadoras, 1857
Las espigadoras eran los pobres entre los pobres del campo francés: recogían lo que quedaba tirado en el campo después de la cosecha. Y, dando un nuevo salto adelante en el tiempo, son los protagonistas de este documental de Agnes Varda del año 2000: Los espigadores y la espigadora.
Empecé este texto con Kojima, me encontré con Millet y se ha cruzado Agnes Varda. Siempre me ha gustado dar rodeos y tirar del hilo de Ariadna, un hilo que nunca ha conseguido sacarme de ningún laberinto.
Afortunadamente.
Ichiro Kojima: Tsugaru (Poems, Texts and Photography), 1963, citado en Japanese Photobooks of the 60s and 70s (Aperture)
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