Walker Evans quería ser escritor, pero encontró en una cámara de fotos su mejor herramienta. Le faltaban palabras, pero no mirada: una mirada con la que cambió la historia de la fotografía.
Para Evans son los sentimientos, y no los pensamientos, la materia prima de la fotografía. A ellos apuntaba con su documentalismo poético: una mirada directa que utilizó para desnudar la esencia de su propio país -una tarea que continuaría Robert Frank con The Americans años después-.

Penny Picture Display, 1936
Evans soñó durante los años 20 del pasado siglo con ser escritor. A finales de esa década descubrió la fotografía:
Me convertí en un fotógrafo apasionado. No podía pensar en otra cosa. Sencillamente lo cogí, como una enfermedad. Pensaba sobre ello y practicaba todo el tiempo, día a día. A veces pensaba que me había vuelto completamente loco.

Saratoga Springs, 1931

Cemetery, Bethlehem, 1935
Evans se situó en las antípodas de Stieglitz y Steichen, los fotógrafos más reconocidos de su país en el primer cuarto de siglo. Detestaba el exceso de ego de Stieglitz y el mercantilismo de Steichen. Sobre Steichen escribe:
[…] grandiosidad técnica e inexistencia espiritual. En paráfrasis, la nota general es el dinero, la comprensión de los valores de la publicidad, un especial gusto por elegancia advenediza, una técnica pulida, y por encima de todo una dureza y una superficialidad que es la dureza y la superficialidad de los Estados Unidos en estos tiempos, y no tiene nada que ver con cualquier persona.

Truck and Sign, 1930

Torn Movie Poster, 1931
En cambio, su obra conectaba con la de un francés recientemente fallecido cuyos archivos estaban siendo divulgados en América por Berenice Abbot: Eugene Atget.
No me gusta mirar demasiado la obra de Atget porque mi estilo está demasiado cerca del suyo.[…]
Su nota general es una comprensión poética de la calle, una observación entrenada de la misma, un especial sentimiento por la pátina, una mirada para el detalle revelador, y sobre todo una poesía que no es «la poesía de las calles» o «la poesía de Paris», sino la proyección de la persona de Atget.

Room in Louisiana Plantation House, 1935

Shop Front, New Orleans, 1935
Operaba directamente desde estas dos influencias: desde la aproximación francesa estético-psicológica al mundo, hasta el problema de representar el mundo.
En los años 30 su país se tambaleaba bajo los efectos de la Gran Depresión. Walker Evans, que tenía experiencia en esta cuestión por su labor previa como fotógrafo para el Departamento de Agricultura, dejó un documento definitivo sobre aquella época en su trabajo con James Agee Elogiemos ahora a hombres famosos.

Alie Mae Burroughs, 1936

Floyd and Lucille Burroughs, 1936
Las fotografías de Evans no tenían objetivos políticos, pero dejaron en evidencia la situación de los agricultores norteamericanos durante aquella época. Años antes había escrito a su superior en el Departamento de Agricultura:
Nunca me pida bajo ninguna circunstancia hacer otras cosas que estas. Quiero decir, nunca hacer declaraciones fotográficas para el gobierno, o coros fotográficos para el gobierno, o para cualquiera en el gobierno, sin importar lo poderoso que sea -esto es un documento y no propaganda. El valor y, si quiere, incluso el valor propagandístico para el gobierno reside en el documento en sí mismo que probará a largo plazo las cosas inteligentes y clarividentes que se han hecho. Nada de POLÍTICA.

Grave, 1936
En 1938 comenzó sus fotografías en el metro de Nueva York, en búsqueda del retrato auténtico:
Una localización de ensueño para cualquier fotógrafo de retratos cansado del estudio y de los horrores de la vanidad… La guardia está bajada y las máscaras fuera: incluso más que en los dormitorios solitarios (en los que hay espejos), los rostros de la gente en el metro están en reposo desnudo.

Subway portrait, 1938

Subway passengers, 1938

Maqueta de The Passengers, 1961
Durante los años 40 y 50 Evans trabajó para la revista Fortune, de la que fue editor fotográfico desde 1948.
Mi opinión es que los fotógrafos de Fortune deberían echar una mirada larga a sus temas, entrar en ellos, y sin gritar, decir mucho sobre ellos.
[…]
No tenía director de arte sobre mí. Yo podía acudir a dirección con mis ideas, sin decir nada al departamento de arte. Ellos estaban furiosos por eso. Pero eso fue lo que me salvó.

Labor anonymous, Fortune, 1946

Before they dissapear, Fortune,1954

Beauties of the common tool, Fortune, 1955

Beauties of the common tool, Fortune 1955
Evans, coleccionista de postales y de señales de circulación, vivió para presenciar cómo el Pop-Art borraba las diferencias entre el arte y la cultura de masas. Sobre su colección de señales:
Una cosa distinta… se realiza al levantar estos objetos de su ubicación original. La cosa es que este levantamiento es, crudamente, exactamente lo que el fotógrafo hace con su máquina, la cámara, de cualquier modo, siempre. El fotógrafo, el artista, toma una foto: simbólicamente levanta un objeto o una combinación de objetos, y al hacerlo hace una reclamación de tal objeto o tal composición, y una reclamación por el acto de ser el primero en verlo. La reclamación es que ha representado el objeto de una manera trascendente, y que en cada instancia su visión tiene una validez penetrante.

Old Saybrook, 1973
La mayoría de mis fotografías son hallazgos del ojo de la mente.

Old Saybrook, 1973
Demasiada exposición al arte no es buena para un artista.

Enjoy, 1973
Hay un secreto maravilloso aquí y puedo capturarlo. Sólo puedo hacerlo en este momento, sólo en este momento y sólo yo.
Maria Morris Hambourg, Jeff L. Rosenheim, Douglas Eklund & Mia Fineman: Walker Evans (Metropolitan Museum of Art – Princeton University Press)
Explendido Antonio.
Muy completo.
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