El filósofo Giordano Bruno dijo que las imágenes eran «enigmas resueltos con el corazón». Esta es mi respuesta a aquellos que a veces preguntan qué es la fotografía, porque mientras las posibles respuestas, incluso las que son pertinentes, son de algún modo inevitablemente incompletas y restrictivas, esta frase, en su esencia, es la que más se acerca a lo que pienso. Y aunque pueda parecer una simplificación, pienso que indica la mejor manera de describir no sólo las imágenes -y por tanto las fotografías-, sino también los innumerables misterios de la mirada.
Modena 1971
Quizás ese es el sentimiento que me guía cuando miro el paisaje, las líneas de una cara, los volúmenes de la arquitectura, las superficies pintadas de un muro, la incierta luz de alguna escena nocturna, o la extraña armonía que las nubes dan a cualquier paisaje en el mundo.
Es difícil decir por qué una habitación, las piedras en una calle, un rincón nunca visto de un jardín, un muro, un color, un espacio, una casa, inesperadamente se convierten en familiares, se convierten en algo nuestro. Sentimos que habitamos esos lugares; un sentido de total armonía nos hace olvidar que todo eso existía y continuará existiendo más allá de nuestra mirada.
Alineándolos uno tras otro, estos lugares forman un tipo de extraña secuencia consistente en piedras, iglesias, gestos, luces, nieblas, ramas cubiertas de escarcha, mares azules; se convierten en nuestro paisaje imposible, sin escala, sin un orden geográfico para orientarnos, en lo que buscamos, aun inconscientemente, cada vez que miramos por una ventana la apertura del mundo exterior, como si fueran los puntos de una brújula imaginaria que indicase una posible dirección.
Luigi Ghirri, 1989.

Estudio de Aldo Rossi, 1990

Modena 1973

Rimini 1985

Roma 1979

Roncosesi, Casa de Luigi Ghirri, 1991

Autorretrato, 1976
Traducido del texto The Impossible Landscape, en Luigi Ghirri: It’s beautiful here, isn’t it… (Aperture)