¿Por qué he venido a Túnez en este momento y no antes ni después ni nunca? ¿Por qué he venido a este campamento, con esta agencia, con este guía? ¿Por qué hemos descendido por esa duna y he bajado en ese instante del dromedario? ¿Por qué he preguntado y he querido buscar algo y por qué, en ese mismo instante, he dado una patada a esa piedra y ha aparecido esta lámpara, de hace dos mil o doscientos años, perdida en este desierto inabarcable?
¿Por qué he nacido? ¿Para qué existo? Acaricio la lámpara y respiro, sin que ningún genio aparezca. Aún hay motivos para vivir asombrado.