
Minor White: Empty Head, 1962
A menudo pienso en que secuenciar un conjunto de imágenes es como leer los posos del café. Le debo esta idea a Michael Hoffman, editor de Aperture durante 37 años, quien me entrenó mientras ojeaba las secuencias de los primeros fotolibros en los que trabajaba. Michael, a su vez, se lo debía a Minor White, quien le formó, y quien creía intensamente en los principios de la Gestalt y en la amplificada posibilidad para la metáfora de las imágenes dispuestas en secuencias. Por eso es este siempre mi punto de partida recomendado en el trabajo de edición: coloca todas las imágenes en el suelo y descubre los hilos y pequeñas secuencias que se revelan –la futura forma de tu libro de un modo u otro-. En otras palabras, conviértete en Minor White por un momento y pregúntate a ti mismo: ¿cuál es el “I Ching” de tus imágenes?
En un nivel, editar y secuenciar una serie de imágenes se basa absolutamente en el reconocimiento de patrones –identificar los patrones y usarlos para llevar al lector en y a través de una secuencia o libro. Podrían ser pautas de color, gestos, contenidos o composición. Identifica las características y actores de tu historia en estos grupos. Comienza con lo básico: “esta foto va con esta; esta lleva muy bien a esta”. Identifica pares y pequeños conjuntos de imágenes que trabajan juntas. Desde ahí, deberías ser capaz de ver la forma, al menos, de una posible estructura y decidir si quieres seguirla o alejarte de ella. Busca puntos donde el contraste y la tensión van a ser más útiles que la fluidez.
Incluso las colecciones de imágenes menos narrativas “cuentan una historia” en algún modo –del día a la noche, del silencio al ruido y de nuevo al silencio; punto y contrapunto. Incluso si quieres subvertir estas narrativas, aún necesitas ser capaz de reconocerlas para poder evitarlas.
Lesley A. Martin: Reading the Tea Leaves, en The Photographer’s Playbook (editado por Jason Fulford y Gregory Halpern, Aperture)