No fotografiamos para salvar a los demás, sino para salvarnos a nosotros mismos.
He realizado muchos talleres de fotografía, pero sin duda uno de los más decisivos para mí fue el de Ricky Dávila el año pasado en el Círculo de Bellas Artes. Por eso le ofrecimos a Ricky la posibilidad de participar en la oferta de talleres de LENS Escuela de Fotografía y por eso será él el que inaugure la escuela el 15 de enero con su taller: La fotografía como visión personal. Aún hay plazas libres, apúntate antes de que se acaben: será una gran experiencia para todos.
Los planteamientos de Ricky Dávila son tan fecundos como sus fotos y, para muestra, un botón, una colección de apuntes extraídos del taller del año pasado:
Lo que toca el mercado se convierte en un problema: la fotografía está asociada al éxito: un engaño que se vale de la vanidad de cada uno de nosotros: el horizonte vital no puede ser exponer, sino articular emociones propias. Hay que naturalizar y articular las emociones para compartirlas. El lenguaje es la articulación de una emoción que busca un oído diferente al tuyo.
Ricky se expresa sin rodeos y sus palabras están a la altura de sus imágenes:
Lo importante de la fotografía no es la cámara, que sólo le importa al mercado, sino el discurso de luz. La calidad no depende de la cantidad de información por superficie: no se puede comprar el talento a base de megapíxeles.
La libertad para elegir temas es el primer paso para elaborar un discurso propio. La libertad a la hora de dirigir la mirada me permite utilizar la cámara para alumbrar lo que otros no alumbran.
Hay que distinguir autoría y oficio:
En el oficio me dicen lo que tengo que mirar. Es una dimensión comercial, aunque pueda tener una voluntad de estilo. No es inferior a la autoría: es diferente. Informar o vender no debería conllevar veleidades de autor.
La autoría es la dimensión poética de la fotografía: apuntar la cámara en la dirección en la que otros no lo hacen: ser conscientes de nuestra individualidad.
El autor puede decidir lo que es interesante en fotografía: somos soberanos si nos damos cuenta del espacio de libertad que habitualmente infravaloramos.
Tengo que gestionar mejor la libertad y el tiempo que tengo: usar audacia poética. Y asumir la responsabilidad a la hora de presentar nuestra obra.
Debemos tener héroes en fotografía, referentes, afinidades: sin ellos nuestra condición de espectadores es muy inferior a la de autores. Hay una gran ignorancia del medio y del proceso creativo: se ficciona la fotografía. Necesitamos afinidades, desapegos, pasión como espectadores. Cuantas más afinidades, mejor. No hay que hacer de los desapegos una cuestión de principios.
Nunca ha habido tanto tan malo ni tanto tan bueno.
Si elegimos la fotografía, debemos establecer una relación de calidad con el medio: debemos ser buenos espectadores. El peor espectador es el que ve fotos ajenas y piensa en si él haría esa foto o no.
No existe la foto inobjetable: sólo discursos más inteligentes y sensibles que otros.
El escenario fotográfico es un escenario irreflexivo: la reflexión es anterior y posterior a la toma. La reflexión durante el proceso lleva a la esterilidad: el proceso es un proceso de búsqueda, algo lúdico, no un desvelo.
Para acceder a la ficción hay que tener un carácter jovial. No hay que perseguir el aplauso de los demás, sino su inteligencia.
Ojo con confeccionar una agenda marcada de clichés para sacar fotos: hay que exponerse a la experiencia.
Un narrador debe mantenerse suspicaz con uno mismo.
Un buen retratista es un buen seductor. Y un buen seductor es aquel al que de verdad le gusta la gente y tiene disposición al diálogo con ella. Es difícil hacer fotos distintas a como somos: la cámara es un reflejo de nosotros mismos. Necesitamos estar abiertos y disponibles a los demás. No hay que utilizar a la gente para conseguir buenas fotos: las personas no son un medio, son un fin. Ojo con abusar de pirotécnica visual.
El fotógrafo es Dionisos, no Apolo: quiere bailar, no luchar. La fotografía no es un pugilato.
La fotografía es la manera más elocuente de estar callado. El fotógrafo es un ilusionista visual, un embaucador al servicio de un interés.
El viaje es un medio para hablar de uno mismo: buscar familiaridades y no exotismos, terrenos compartidos y no diferencias. El periodista busca lo que nos diferencia de los demás: el buen documentalista subjetivo se busca a sí mismo en lo ajeno.
La foto no es sólo un momento decisivo: los momentos de indecisión son mejores. Salir en busca del momento decisivo bloquea las posibilidades de nuestra mirada: hay que jugar fotográficamente.
Y para acabar, otro apunte de Ricky:
Las fotografías no tienen que explicarnos nada: tienen que hacernos soñar. Debemos fotografiar desde las emociones: ser nosotros mismos. La duda es el fundamento de lo que hacemos.
La cuestión poética es un espacio para soñar.
Para inscribirte en el taller: INSCRIPCIÓN.
Ficha completa del taller: LA FOTOGRAFÍA COMO VISIÓN PERSONAL
Fotografías: Ricky Dávila.
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Que interesantes estos trabajos. Cuantos nuevos fotografos… Un saludo
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