Takuma Nakahira ya había explorado los límites de la fotografía con su participación en la publicación Provoke, cuyo manifiesto pretendía barrer como un tifón las corrientes más conservadoras de la fotografía.
Nakahira hizo del paisaje y de sus transformaciones y de los efectos de estas sobre el ser humano el núcleo de su fotografía. La ciudad y la noche son los nuevos escenarios del hombre. ¿Dónde estamos? Esa es una pregunta a la que Nakahira ofrece, con sus imágenes, un puñado de inquietantes respuestas.
Definitivamente, la ciudad es la cosa a la que se señala con la palabra «paisaje». A menudo, «ciudad», especialmente cuando nos referimos a Tokio, denota violencia o confusión. Pero eso no es más que una fabricación del periodismo y la sociología… Una verdadera ciudad es algo más que un poco de confusión y algún veneno, y continúa existiendo como un perfecto y transparente «paisaje». Y por la noche, la ciudad mezcla todas sus impurezas, alcanzando una casi perfecta belleza. En esos momentos, se convierte en un inexpugnable castillo sin ninguna grieta. Pero más allá de toda duda, por eso, este «paisaje» opuesto me obliga a lanzar fuego con mis manos. El fuego de mi entero yo. El fuego es la última forma de los sentimientos de uno mismo. Más allá de eso es un asunto de táctica minuciosa. (Pero eso es revolución, no resistencia).
Takuma Nakahira: For a Language to Come, citado en The Japanese Photobooks of the 1960s and ’70s (Aperture)
For a Language to Come (reeditado en 2010) está disponible en la web de Dalpine.