Anders Petersen pasó muchos días delante de la barra del Café Lehmitz, un tugurio de Hamburgo frecuentado por chulos, prostitutas, alcohólicos, transexuales, lesbianas y otros personajes marginales que hubieran hecho las delicias de cualquier aspirante a salvador del mundo.
Pero Petersen no les sitúa en los márgenes, sino en el centro. Sus fotografías muestran a personas que ríen, sufren, aman y gozan, una auténtica comunidad que le acogió en su seno y de la que formó parte durante un tiempo. Petersen no pretendía moralizar ni despertar compasión, pues sabía que todos podríamos ser parte de ese Café Lehmitz en algún momento de nuestra vida.
Que fotones! Sobrecogen.
Saludos, Carmen