Jose Ignacio González Faus es un teólogo comprometido con la justicia, un pensador en búsqueda infatigable desde la honestidad intelectual. Desgraciadamente, el libre pensamiento nunca ha sido del agrado de los creyentes reaccionarios que prefieren el fuego de la inquisición a las luces tenues de la inteligencia.
Buscando información sobre González Faus, he encontrado un artículo de Isaac García Expósito, quien se describe como Católico apostólico romano. Casado, con dos hijos. Adorador Nocturno. Ingeniero Técnico Industrial e Ingeniero Industrial. De Sevilla (¡Roma triunfante en ánimo y riqueza!), hermano de Jesús Despojado y la Macarena. García Expósito no duda en llamar a González Faus lobo con piel de cordero y anticristo. Y abre el frasco de las esencias del integrismo con esta frase: González Faus es un tipo peligroso, porque fue de los nuestros. Un repaso al blog de García Expósito basta para comprender que el fundamentalismo cristiano es, como el musulmán o el hindú o cualquier otro, simple fundamentalismo. Lo que García Expósito no puede comprender es que si él hubiera nacido en Pakistán o Indonesia -una posibilidad que quizá le produzca terribles pesadillas-, clamaría por la muerte de los infieles -entre ellos, las minorías cristianas de ambos países- y la restauración del califato hasta Granada: la intolerancia es una espada capaz de luchar por todas las banderas y todos los credos.
Volviendo a González Faus, no parece más peligroso que un café de máquina en ayunas, pero quizás haya hecho algún pacto con el anticristo a la hora de titular alguno de sus textos. Nada con puntillas: Fraternidad en cueros (La lucha por la justicia en una cultura nihilista) es uno de los títulos más horribles que he leído en los últimos años. Afortunadamente, González Faus es tan malo titulando como bueno argumentando y con este cuaderno de Cristianisme y Justicia consigue destripar algunas de las miserias intelectuales de nuestra cultura.
La diosa razón, erigida por la Modernidad en verdadera religión universal, ha resultado que sólo sabe ser universal a la hora de dilucidar cómo se hacen las cosas, pero no a la hora de dilucidar para qué hacerlas y qué cosas hay que hacer. En el campo del “como”, la razón puede producir éxitos deslumbrantes pero también atrocidades estremecedoras. Y el problema es que la razón no puede darse a sí misma un para qué: o se puede dar infinitos. El “para qué” sólo lo da alguna forma de fe la cual es fe en valores (pues éstos sólo se afirman creyentemente). El sistema capitalista –sobre todo en su versión más salvaje– resulta un ejemplo eximio de esta reducción de la razón a lo instrumental: si algo da más beneficios, eso es lo que hay que hacer (aunque sea deslocalizando, pagando salarios injustos… hasta llegar a la ingeniería asombrosa de la estafa de Madoff). Y la expresión de esta razón sólo instrumental es el argumento tópico ante cualquier consideración de humanidad: “esas no son razones económicas”.
Es inevitable pensar en el título del célebre cuadro de Goya: El sueño de la razón produce monstruos.
Jose I. González Faus: Nada con puntillas: Fraternidad en cueros. La lucha por la justicia en una cultura nihilista (Cuadernos de Cristianisme y Justicia, marzo 2010)
Y éstos se dicen cristianos… Me refiero, por supuesto, al blog del adorador nocturno y a quienes le doran la píldora, defendiendo que la pena de muerte es lícita según la Iglesia. Aquello de «quien esté libre de pecado que tire la primera piedra» parece que no va con ellos. ¿Cómo puede haber tanta podedumbre en algunos cerebros?