Hilos

Me pedís palabras que consuelan,

palabras que os confirmen

vuestras ansias profundas

y os libren

de angustias permanentes.

Pero yo ya no tengo

palabras de este género.

Aceptad mi silencio: lo mejor

de mí. Huid del soplo que pronuncia,

en mi boca,

la amarga condición de lo humano.

Y, entretanto, dejadme contemplar

el vuelo de la ropa

tendida en las ventanas.

ESTRATEGIAS

Escribir. La escritura como abs-

tracción. También llenar una botella

con abertura pequeña. O limpiar

la arena del gato.

La voluntad

ausente.

EL PUNTO

Sopesar.

Sentir.

Sentirse.

Entonces el cansancio.

El de sentirse. Otra vez.

Elegir escribir. Para situarse.

En el punto de mira.

Concentrarse. En el punto.

Decir punto. Punto.

Escribirlo. Escribir escribirlo.

Escribir miento.

Imposible escribir el punto. El

cansancio.

Decir cansancio.

Dejar de escribir.

EL TEMA IV

Apenas despierta –

¿deja la mente de estar

despierta bajo el sueño?-, apenas yo

-¿yo?- apenas despertar en la

conciencia cotidiana, se ofrece

revestida de uno u otro tema.

Imágenes que forman

historia si acogerlas,

si acompañarlas con el hilo

que la mente segrega por inercia.

Disponer las imágenes

formando galería. Despojarlas

del yo, una a una. El yo que el tema

conlleva y que la mente requiere. -O

no hay mente, sólo imágenes

o temas que se ofrecen para serlo.

Se ofrecen mendigando un yo,

como soporte. Porque sin yo no tienen

existencia. Y quieren existir.

O es el yo el que quiere y necesita

ser contado. El yo que no es nada

sin una historia que lo cuente.-

El caso es desprender al yo

de su tema. Colgar la imagen,

formando galería con las otras.

Digo no me compete -¿digo?, ¿quién

dice?-; al menos, me desprendo.

Llevar al yo donde se está. -¿Se está?-

Desprendido.

Para observar la galería. Sin

implicarse. Imposible

no implicarse. Entonces,

volver al gesto. El gesto breve,

anodino. Implicarnos en el gesto y,

consciente de que miento,

acudir al cuaderno. Decir yo.

Cumplirse en la escritura.

—–

Había luz.

Atenuaba el olor

de las heces.

Atenuaba: los verbos

en pasado acontecen

en otro sitio,

un sitio donde ocurre todo

lo importante. Los verbos

en pasado transportan lo importante.

Importar es traer

adentro. Será

por eso que el dentro

asfixia.

—–

Dosificar los tiempos.

Para proteger.

Aprender a dosificarlos.

Para no lamentar.

Presente neutro aún.

Cultivar su neutralidad.

Para la permanencia.

Para la paz. -¿La paz?-

La paz es permanencia.

-¿Permanencia?-

Durar perpetuamente. Como

en el comienzo.

-¿Comienzo?-

En el comienzo era la paz.

-¿La paz?-

Sin comienzo, tal vez hubiese habido

paz. -¿Paz?-

En fin, no actuar,

o lo menos posible. Para

no añadir.

Progresivamente,

el mundo detenido,

desprovisto de quienes. Sin

quienes, el cuando

no sucede.

—–

Los gestos.

Reducir los gestos.

El de los ojos,

entreabiertos para

la claridad, y a veces

cerrados. Prolongar

el tiempo entre el abrir

y el cerrar.

Reducir los ciclos

del párpado.

Aquietar el aliento.

Querer menos.

Chantal Maillard: Hilos (Tusquets)

Esta entrada fue publicada el diciembre 13, 2007 a las 8:55 pm. Se guardó como Lecturas, Poesía y etiquetado como , , . Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

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