Tú que también has visto un cielo en llamas
y a veces dudas si es real un hombre,
amas la vida con saber que es tiempo,
amas la luz violeta de las tardes,
la cal y unos geranios, la inocencia
de la tierra mojada, el libro intenso,
las playas solas con el viento en calma,
el fuego, la amistad, ciertos lugares,
y, desde el día que pasó a tu lado,
amas cada latido de ese cuerpo
a la vez frío y grato, como el alba,
cada respiración, cada saliva,
amas sus ojos hechos de agua pura,
amas su piel, su sangre bondadosa,
sus equivocaciones, su sonrisa
como un faro en la niebla, y ese gesto
suyo que mezcla ingenuidad y gracia.
[…]
Sin saber que es amor siente el amor
más plenamente quien lo sueña a solas.
Sin saber que es jazmín huele el jazmín.
Huele la rosa sin saber que es rosa
y que es breve su vida. Y sin embargo,
nadie puede ignorarse. Y sin embargo,
para decir: te quiero, nadie puede
arrancar una flor sin marchitarla.
José Mateos: La niebla (Pre-textos)
La niebla
20 Jun
Esta entrada se publicó el junio 20, 2006 en 10:02 pm y se archivó dentro de Lecturas, Poesía.
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