A los hombres de aquella época debía de parecerles que el poder de Roma sería eterno. Pero, generalmente, las catástrofes llegan del desierto. Damasco sería la primera en sufrirlas. Ni siquiera en Antioquia, en el año 260 a.C., podía el pueblo prever una incursión por el este. Un día, reunidos en el gran teatro, vieron que uno de los actores levantaba la mirada hacia las montañas y, súbitamente, exclamaba:-¡O estoy soñando o los persas se nos echan encima!-y el público rompió a aplaudir en el momento en que las lanzas caían sobre ellos…
Colin Thubron, Entre árabes (Península)
Caerá el imperio y otro se levantará ante nuestros ojos enfervorecidos por el inmenso espectáculo: somos espectadores antes que ciudadanos y nada importa que la sangre que salpique la pantalla sea un anticipo de nuestra propia muerte.
A. P. R.