Pensemos en las innumerables ideas geniales rechazadas en un principio por personas formadas para detectarlas. Los críticos que se mofaron de los impresionistas tras su primera exposición colectiva. Todos esos restaurantes que dejaron pasar la oportunidad de servir la receta de pollo frito del coronel Sanders. Las doce editoriales que rechazaron el primer libro de Harry Potter.
Enfréntese a estas dos fuerzas gemelas: lo popular y la supuesta sabiduría de las personas que fijan las modas y las tendencias.
Tenga la confianza suficiente como para que no le importe lo que piensen los demás.
Lo sé, es arriesgado.
Nos gusta pertenecer a una manada. Nos gusta ajustarnos. No podemos evitar agradar a la gente. Y las ideas originales no gozan de popularidad inmediata. Generalmente las pondrán en duda, las cuestionarán, las examinarán y las desmontarán.
Pero si son buenas, sobrevivirán.
Atrévase a no gustar. Puede que incluso le guste.
Erik Kessels: ¡Qué desastre! Cómo convertir errores épicos en éxitos creativos (Phaidon, 2016)