Pero la imagen no se reduce a su visibilidad, la visibilidad no es el criterio determinante ni el único; participan procesos que la producen y pensamientos que la sustentan, y en ese sentido sí podemos constatar un cambio de naturaleza [con la llegada de la fotografía digital]. Y es lógico que sea así: cada sociedad necesita una imagen a su semejanza. La fotografía argéntica aporta la imagen de la sociedad industrial y funciona con los mismos protocolos que el resto de la producción que tenía lugar en su seno. La materialidad de la fotografía argéntica atañe al universo de la química, al desarrollo del acero y del ferrocarril, al maquinismo y a la expansión colonial incentivada por la economía capitalista. En cambio, la fotografía digital es consecuencia de una economía que privilegia la información como mercancía, los capitales opacos y las transacciones telemáticas invisibles. Tiene como material el lenguaje, los códigos y los algoritmos; comparte la sustancia del texto o del sonido y puede existir en sus mismas redes de difusión. Responde a un mundo acelerado, a la supremacía de la velocidad vertiginosa y a los requerimientos de la inmediatez y globalidad. Se adscribe en definitiva a una segunda realidad o realidad de ficción que, en equivalencia a las cibervidas paralelas como Second Life, resulta ‘antitrágica, expurgada de sentido y de destino, convertida en resguardo y en cultura de la distracción’.
Asistimos a un proceso imparable de desmaterialización. La superficie de inscripción de la fotografía argéntica era el papel o material equivalente, y por eso ocupaba un lugar: trátese de un álbum, un cajón o un marco. En cambio, la superficie de inscripción de la fotografía digital es la pantalla: la impresión de la imagen sobre un soporte físico ya no es imprescindible para que la imagen exista, por tanto, la foto digital es una imagen sin lugar y sin origen, desterritorializada, no tiene lugar porque está en todas partes. Asimismo cambia el contrato visual. La fuerza de la foto argéntica radicaba en que no podíamos retocarla sin recurrir a una intervención externa, intrusa a su funcionamiento técnico (dibujante, aerógrafo, tinta, tijeras, etc., o sea, materiales y herramientas prestadas de otro medio). En cambio, la foto digital siempre está ‘retocada’, o ‘procesada’, pues depende de un programa de tratamiento de imagen para visualizarse: el ordenador ha relegado en importancia a la cámara, la lente se vuelve un accidente en la captación de la imagen. La fotografía convencional venía definida por la noción de huella luminosa producida por las apariencias visibles de la realidad. Sistemas de síntesis digital fotorrealista han suplido la noción de huella por un registro sin huella que se pierde en una espiral de mutaciones. Nos debatimos así entre la melancolía por la pérdida de los valores entrañables de la fotografía argéntica y el alborozo por las deslumbrantes posibilidades del nuevo medio digital.
[…]
Cual cámara de Pandora, la tecnología digital provee calamidad para unos y liberación para otros. Se le achaca el descrédito irrecuperable de la veracidad, pero lo cierto es que simultáneamente instaura un nuevo grado de verdad: el horror de Abu Ghraib nunca hubiese aflorado a la opinión pública con la fotografía analógica; por el contrario, la tecnología digital hace imposible evitar la diseminación de la información. Los seguidores de Cartier-Bresson pueden lamentarse del fin del ‘instante decisivo’ como valor definitorio porque hoy la fotografía se reduce a un corte, a un frame de una secuencia de vídeo. La fotografía digital, no obstante, nos traslada a un contexto temporal que privilegia la continuidad y en consecuencia la dimensión narrativa -no necesariamente empobreciendo la expresión fotográfica-. Las fotografías analógicas tienden a significar fenómenos, las digitales, conceptos.
Joan Fontcuberta: Fotografía argéntica, fotografía digital
09 Jul
Esta entrada fue publicada el julio 9, 2013 a las 6:54 am. Se guardó como Ensayo, Fotografía, Lecturas, Miradas y etiquetado como Fotografía, fotografía analógica, fotografia digital, joan fontcuberta, la cámara de pandora.
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Realmente a nivel técnico es impresionante lo que he leído , dando mi versión y no pensando en ningún Guro de la Fotografía, puedo decir que lo digital ha matado la fotografía, para que resurja las imágenes casi perfectas y en las cuales ya no sabes la verdad.
10 años sufriendo para realizar una imagen en Blanco y Negro , si 10 , para que ahora con un editor te la haga en segundos, la magia del revelado, antes era Arte creada por ti, luces, velocidad, encuadre, y tantas cosas que reunían una imagen, demasiado rápido el cambio.
No me imagino hacer un cuadro digital.
Son mis pensamientos, y nunca diré que no es buena la imagen digital, pero no como el arte de hacer fotografía.
Interesante, pero habla de la fotografía argéntica en pasado. La fotografía argéntica convive con la imagen digital hoy en día, y quien no dispara con película y no positiva sus fotos es sencillamente porque no quiere o por que no puede.