La humilde sirvienta

Nadar: Retrato de Charles Baudelaire

Nadar: Retrato de Charles Baudelaire

Si a la fotografía se le permite complementar al arte en alguna de sus funciones, pronto lo habrá suplido o corrompido totalmente… Es ya hora, pues, de que regrese a su verdadero deber, que es el de servir a las ciencias y a las artes… pero siendo una muy humilde sirvienta, como lo son la imprenta y la taquigrafía, que ni han creado ni han complementado a la literatura. Déjesela apresurarse a enriquecer el album del turista, y restaurar a su mirada la precisión de la que pueda carecer su memoria; déjesela adornar la biblioteca del naturalista y ampliar a los animales microscópicos; déjesela aportar información que corrobore las hipótesis del astrónomo; en pocas palabras, déjesela ser la secretaria y la empleada de quien necesite una exactitud objetiva y absoluta en su profesión; hasta ese punto, nada podría ser mejor. Déjesela rescatar del olvido a esas ruinas vaciliantes, a esos libros, impresos y manuscritos que el tiempo se devora, cosas preciosas cuya forma se está disolviendo y que exigen un lugar en los archivos de nuestra memoria: recibirá el agradecimiento y el aplauso. Pero si se le permite la intrusión en el dominio de lo impalpable y de lo imaginario, o sobre cualquier cosas cuyo valor dependa tan sólo de agregar algo al alma de un  hombre, entonces será peor para nosotros.

Charles Baudelaire, en 1859, citado por Beaumont Newhall en Historia de la fotografía (Editorial Gustavo Gili)

Esta entrada fue publicada el agosto 8, 2011 a las 7:00 am. Se guardó como Fotografía, Lecturas y etiquetado como , , , , . Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

5 pensamientos en “La humilde sirvienta

  1. es comprensible su postura si tenemos en cuenta que para Baudelaire, como buen neoplatónico, las cosas de la tierra no eran más que burdas copias de las «Ideas», formas puras y perfectas. Para él la fotografía, por su «objetividad», no dejaba espacio a la Imaginación, la más importante de las facultades del espíritu, de ahí que la pusiera al servicio de artes más «sublimes».
    Evidentemente fue uno de los mejores poetas del siglo XIX, pero en lo que a fotografía se refiere andaba metido en un callejón sin salida, pero bueno, eran los inicios de la fotografía y el armazón teórico que se había construido en torno a ella era aún bastante endeble.

    • Nadie es perfecto, ni siquiera Baudelaire 😉
      Brindemos por la fotografía con unos versos que escribió en «El alma del vino»:

      Disfruto de un placer inmenso cuando caigo
      En la boca del hombre al que agota el trabajo,
      y su cálido pecho es dulce sepultura
      Que me complace más que mis frescas bodegas.

  2. brindemos pues, claro!
    ¡qué gran poema ese! como él mismo decía, «Hay que embriagarse todo el tiempo, de vino, de poesía o de virtud».
    Un saludo, Antonio.

    PD: quizá de los retratos que hizo Nadar de Baudelaire me quedo con uno en el que aparece de tres cuartos ligeramente trepidado, muy expresivo…

    • Seguro que te refieres a este:
      Baudelaire por Nadar
      Es increíble.
      Y el que le hizo Carjat tampoco está nada mal:
      Etienne Carjat: Baudelaire
      Un abrazo y viva la fotografía

      • esos dos son increíbles desde luego. El de Carjat es de los más difundidos, con esa mirada que interpela a cualquiera que se pare a mirarla aunque sean unos segundos y el de Nadar es igualmente desafiante, pero el que te comentaba más arriba es otro de Nadar que me llama mucho la atención quizá porque es menos conocido y se aleja un poco de su estilo, es éste:

        un abrazo.

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