Como habitantes del universo fotográfico, nos hemos habituado a las fotografías; han llegado a ser banales para nosotros. Ya no percibimos la mayoría de las fotos, porque están tapadas por la costumbre, de la misma manera en que uno no repara en nada habitual del entorno y centra la atención en los cambios que ahí se producen. El cambio es informativo, lo habitual es redundante. Las fotos que nos rodean son, sobre todo, fotos redundantes, y eso a pesar de que diariamente tenemos nuevos periódicos ilustrados en la mesa del desayuno, y cada semana aparecen nuevos carteles en los muros de la calle y nuevas fotos de publicidad en los escaparates. Este continuo cambio es precisamente a lo que nos hemos acostumbrado: una foto redundante es reemplazada por otra igual de redundante. El cambio como tal se ha hecho banal, redundante, y el «progreso», no informativo y ordinario.
Vilem Flüsser: Una filosofía de la fotografía (Editorial Síntesis)