No deberías hacer diferencia entre la vida real y la arquería; para ambas, existe sólo una verdad. En cada disparo, debes renovar tu existencia y reintegrarte con el universo, porque es sólo al unir tu ser con el universo como este ser se torna real. Por esto la meta del arquero es elevar su carácter y entrenar su espíritu al apuntar a sí mismo. Es también la razón por la que debe hacer énfasis no en la técnica sino en el espíritu. El verdadero llamado de la arquería es, por lo tanto, adquirir más influencia sobre tu propio espíritu, haciéndolo más caballeresco y tanto más humano y, de este modo, producir más verdaderos sabios y santos.
Dogen Zenji, citado en la obra de Eugen Herrigel Zen en el arte del tiro con arco (Gaia Ediciones)