Nos volvemos sabios haciendo preguntas, y aun si éstas no son respondidas nos volvemos sabios, porque una pregunta bien hecha lleva su respuesta en la espalda, así como un caracol…
Paseando por la Gran Vía he encontrado un buen ejemplo de sabiduría castellana: Estoy seguro que el tío de este quiosco nunca se equivoca.